Cómo mi Miguel consiguió una indemnización por despido de más de 9000€ sin llegar a juicio

Esta es la historia de Miguel, aunque quizás podría ser la tuya porque por desgracia pasa muchas más veces de las que te puedes imaginar.

Te la cuento porque quizás puedas sacar algo que te pueda ayudar en tu caso.

Si estás leyendo esto entiendo que quizás es que te han despedido.

Te cuento.

Miguel llevaba trabajando unos 6 o 7 años de peón en una fábrica. Estaba muy a gusto en su trabajo, disfrutaba de sus compañeros y de todas sus faenas.

Ser peón puede llegar a ser un trabajo pesado y Miguel llevaba semanas quejándose de que le dolía la espalda hasta que decidió coger la baja médica porqué se dio cuanta que casi siempre estaba de mal humor y ya no disfrutaba tanto.

Priorizó su salud física y emocional.

Como te contaba, Miguel pidió la baja médica de un par de semanas hasta que se sintiera mejor.

Se lo comentó a su jefe y este comprendió su situación, o eso pareció.

Eso hizo que las preocupaciones de Miguel desaparecieran porque sentía que en cierta manera dejaba tirado a su jefe.

Miguel se fue tranquilo a casa a descansar y a recuperarse.

Días antes de que se le acabara la baja, Miguel fue al médico a alargar la baja porque los dolores de espalda no desaparecían.

Como la vez anterior, Miguel se lo comentó a su jefe y este se lo tomó bien, aparentemente.

Días después, Miguel recibe una llamada de su jefe para que se acercara a la fábrica.

Para su sorpresa, se encuentra a su jefe con cara muy seria, le estrecha la mano mientras en la otra sostiene unos documentos y le invita a sentarse en una mesa.

Según me contó Miguel, fue la situación más tensa y fría en la que se había encontrado en toda su vida.

Se sintió bloqueado pero recordó de otras experiencias de amigos que nunca debía firmar un documento de despido. 

Nunca.

Y así hizo. No firmo el documento pero asumió que estaba despedido y de baja médica.

Joder, no sé a ti, pero para mi estos son los despidos que más duelen.

 

A los pocos días, cuando ya pudo ordenar sus ideas, Miguel contactó conmigo y le invité al despacho para hablar.

Quería conocer cara a cara a Miguel y ver como podía ayudarlo.

Quedé con Miguel un miércoles por la mañana en mi despacho.

Cuando entró, me levanté de mi escritorio, le saludé y le invité a tomarse un café mientras esperaba a que acabase lo que estaba haciendo antes de que llegase.

A los cinco minutos acabé lo mío y nos sentamos en la sala de reuniones para que me contara su situación con más intimidad y privacidad, aunque suelo estar yo solo en el despacho.

La cosa es que nos sentamos y me contó lo que te he contado hasta ahora.

Y aquí empieza mi trabajo.

Entendí de primeras la frustración y el engaño que sentía Miguel y quise ayudarlo.

Miguel hizo bien en no firmar el documento de despido porque por lo que me contaba era un despido improcedente.

 

Esto te lo cuento rápido porque no me quiero perder en detalles porque cada caso es diferente, incluido el tuyo.

Después de hablar con Miguel le dije lo que teníamos que hacer. Teníamos que hablar con la empresa, llamarles, mandarles correos para que quede constancia de nuestras intenciones.

Por suerte, la empresa accedió a un acuerdo por despido por improcedencia. 

Y como era obvio, Miguel no quiso volver a trabajar en esa fábrica para evitarse malos rollos por lo que no pedimos la nulidad del despido.

Al final, Miguel cobró unos nueve mil y pico de euros entre la indemnización legal y una indemnización extra por la que peleé ya que la empresa no la quería pagar.

Esta es la historia de Miguel y no tiene porqué ser la tuya aunque si pueda tener algún parecido.

Si te han despedido y crees que te tienen que pagar o no te han pagado lo que te toca, rellena este formulario y me pondré en contacto contigo para ver que podemos hacer.

Si en el caso que te hayan despedido y has firmado el documento de despido, aún podemos hacer algo, rellena este formulario y me pondré en contacto contigo para ver que podemos hacer.

PD: el nombre de Miguel me lo he inventado para proteger la identidad de mi cliente.

También me he inventado parte de la historia.

Los números de los que te he hablado son ciertos.

 

Si decides rellenar el formulario para que me ponga en contacto contigo, te aseguro que todo lo que me cuentes estará guardado bajo secreto de arcano.