Esta es mi historia. 

En 1994 en la ciudad de Santo Domingo (República Dominicana) una mujer rompe aguas 2 meses antes de lo esperado. Preocupada y alarmada, dando gritos, despierta a su marido que estaba durmiendo justo a su lado en la cama. El marido, como es de esperar, de tanto grito se despierta de un brinco con el corazón en la boca, dando un brinco de la cama. Después de recuperarse del susto, el hombre le dice a su mujer: ¿Estás loca? ¿Qué te pasa? ¿Esas son maneras de despertar a alguien? Sin ser su primer parto, la mujer, muy preocupada, le explica a su esposo que estaba de parto y que era urgente ir al hospital, ya que el bebé se había adelantado. De otro brinco, el marido se viste deprisa, prepara el equipaje igual de rápido, ayuda a vestir como puede a su esposa, van al garaje del carro, cierran la puerta y salen corriendo hacia el hospital. Ya en el hospital, los médicos les dicen que tienen que hacer cesárea de urgencia. Durante la intervención, la madre pierde mucha sangre, el niño no respira y se lo llevan. El padre, que se encontraba en la habitación, pregunta a los médicos sobre la situación. La respuesta de los médicos es tan simple como que se tienen que llevar al bebé, sin más. Pasado un rato los médicos vuelven y explican a los padres que al niño le cuesta respirar, está entubado, en la incubadora y que el niño podría morir en cualquier momento.